Los ecos de un tiempo olvidado

**Los ecos de un tiempo olvidado: entonces**

En un pequeño pueblo llamado Brillavista, donde las flores danzaban al compás del viento y las aves cantaban melodías de antaño, vivía una curiosa niña llamada Clara. Clara tenía una imaginación desbordante, y pasaba sus días explorando el bosque cercano, donde los árboles, altos y sabios, parecían susurrar secretos de un tiempo olvidado.

Un día, mientras Clara caminaba por un sendero cubierto de hojas doradas, se topó con un antiguo roble. Sus ramas eran tan amplias que parecían abrazar el cielo. Al acercarse, notó una pequeña puerta tallada en su tronco. La puerta estaba cubierta de musgo, y Clara sintió una extraña conexión con ella. Sin pensarlo dos veces, empujó la puerta y, para su sorpresa, se abrió con un suave crujido.

Al cruzar el umbral, Clara se encontró en un mundo mágico. Todo brillaba con colores vibrantes, y criaturas fantásticas saltaban a su alrededor. Había duendes que jugaban en los campos y hadas que tejían hilos de luz en el aire. El tiempo en este lugar parecía diferente; los minutos eran horas y las horas, días.

Mientras exploraba, Clara conoció a un anciano sabio llamado Eldrin, que tenía una larga barba plateada y ojos que reflejaban el cielo. Eldrin le contó que ese mundo era el eco de un tiempo olvidado, donde la magia y la naturaleza coexistían en armonía. Sin embargo, había un problema: el tiempo en Brillavista estaba comenzando a desvanecerse, y el eco de aquel mundo podía extinguirse para siempre.

—Necesitamos tu ayuda, Clara —dijo Eldrin—. Solo un corazón puro puede restaurar el equilibrio entre nuestro mundo y el tuyo.

Clara, con su espíritu aventurero, aceptó la misión. Eldrin le entregó un pequeño frasco que contenía polvo de estrellas. —Debes esparcirlo en el lugar donde el tiempo se detuvo en tu pueblo —le explicó—. Así, el eco de nuestro mundo volverá a resonar.

Clara regresó a Brillavista, llevando consigo el frasco y un nuevo propósito. Al llegar, se dio cuenta de que el pueblo había perdido su color y alegría. Las flores estaban marchitas, y los habitantes parecían tristes. Entonces, Clara llevó el polvo de estrellas al corazón del pueblo, donde un viejo reloj de torre había dejado de funcionar.

Con el corazón palpitante, esparció el polvo por los alrededores. En un instante, el viento sopló con fuerza, y el reloj comenzó a girar nuevamente. Una luz brillante envolvió a Brillavista, llenando las calles de vida y color. Los vecinos salieron de sus casas, maravillados por la transformación.

Clara sonrió al ver cómo el eco de aquel tiempo olvidado regresaba. Los duendes y hadas aparecieron de nuevo, danzando entre los árboles. Eldrin apareció entre la multitud, asintiendo con orgullo.

—Has traído la magia de vuelta, Clara —dijo—. Nunca olvides que, aunque el tiempo pueda parecer olvidado, siempre hay formas de recordarlo.

Desde ese día, Clara se convirtió en la guardiana de la magia en Brillavista. Las flores florecieron, y la risa llenó el aire. Y cada vez que el viento soplaba, los ecos de un tiempo olvidado resonaban en el corazón de todos, recordándoles que la magia nunca se pierde, solo espera ser redescubierta.

Moraleja:

**Moraleja:**

En Brillavista, Clara nos enseña que la magia y la alegría siempre pueden regresar, incluso en los momentos más oscuros. A veces, el mundo parece perder su color y su vida, pero con un corazón puro y un espíritu valiente, podemos transformar la tristeza en felicidad. La historia nos recuerda que cada uno de nosotros tiene el poder de hacer la diferencia y de restaurar la alegría en nuestro entorno.

El polvo de estrellas que Clara esparció simboliza nuestras buenas acciones y la esperanza; cuando compartimos amor y bondad, ese brillo puede iluminar incluso los rincones más sombríos. No debemos olvidar que los ecos de la magia y los sueños nunca se apagan del todo; solo están esperando que alguien los despierte. Así que, siempre que sientas que el tiempo se detiene o que la alegría se desvanece, recuerda que tú puedes ser el guardián de la magia, llevando luz y color a tu mundo. Con valentía y generosidad, todo es posible.

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