Las Promesas del Parque

Había una vez una hermosa niña llamada Clara que soñaba con correr y jugar en el parque. Cada vez que veía a sus tías, les preguntaba emocionada: “¿Hoy vamos al parque?”. Y ellas, con una sonrisa, le prometían que ese día sería especial y que jugarían juntas entre los árboles y las flores.

Sin embargo, los días pasaban y el parque seguía esperando. A veces, sus tías se olvidaban y las llevaban a hacer la compra, a visitar a la abuela o a hacer tareas en casa. Clara miraba por la ventana, viendo cómo el sol brillaba en el cielo y se preguntaba cuándo podría disfrutar de su tan ansiado día en el parque.

Un día, Clara decidió que no podía esperar más. Se puso su vestido favorito, tomó su muñeca de trapo y salió al jardín. Allí, comenzó a imaginar que el jardín era el parque. Se subió a una pequeña colina, haciendo como si fuera un tobogán, y corrió entre las flores, inventando juegos con su muñeca. Clara se sintió feliz, aunque su verdadero deseo seguía en su corazón.

Al caer la tarde, sus tías la encontraron riéndose y jugando. Al ver su alegría, prometieron que al día siguiente, ¡por fin irían al parque! Clara sonrió, sabiendo que a veces las promesas tardan, pero que la diversión puede comenzar en cualquier lugar, siempre que uno tenga un poco de imaginación. Y así, el sol se ocultó en el horizonte, mientras la pequeña soñaba con su aventura en el parque.

Moraleja:

La historia de Clara nos enseña una valiosa lección: a veces, las promesas pueden tardar en cumplirse, pero eso no significa que debamos dejar de buscar la felicidad en el presente. Clara aprendió a transformar su jardín en un parque lleno de magia a través de su imaginación. En lugar de esperar pasivamente, decidió crear su propia diversión. Esto nos recuerda que la alegría no siempre depende de lo que tenemos o de lo que nos prometen, sino de cómo elegimos ver el mundo a nuestro alrededor.

La imaginación es una herramienta poderosa que nos permite encontrar la felicidad incluso en los momentos de espera. Así que, cuando sientas que algo deseado se retrasa, recuerda que puedes hacer de tu entorno un lugar especial. Jugar, soñar y reír no requieren un escenario perfecto; solo necesitas un poco de creatividad y ganas de disfrutar.

La moraleja es: «La felicidad está en tu interior y en cómo decides vivir el momento. Con un poco de imaginación, cualquier lugar puede convertirse en un paraíso de diversión.»

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