El puente de la amistad

Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Arbolitos, donde vivían animales de todas las especies en armonía. En el centro del pueblo, cruzando un río, se encontraba un viejo puente de madera llamado «El puente de la amistad».

Los habitantes de Arbolitos habían construido el puente con mucho esfuerzo y dedicación, como símbolo de solidaridad, equidad y fraternidad entre todos los seres que habitaban en ese lugar. El puente unía a los animales del bosque con los del prado, permitiendo que se comunicaran y compartieran su vida cotidiana.

Un día, una fuerte tormenta azotó el pueblo y el río creció tanto que amenazaba con llevarse el puente. Los animales se reunieron preocupados alrededor del puente, viendo cómo el agua lo golpeaba con fuerza. El líder del pueblo, un sabio búho llamado Don Sabio, propuso que todos trabajaran juntos para salvar el puente.

Los animales se organizaron rápidamente: los castores repararían las bases del puente, los pájaros traerían ramas para reforzar la estructura y los conejos excavaban agujeros para asegurar las bases. Todos trabajaban sin descanso, demostrando su solidaridad y compromiso con el puente que representaba su unión.

Sin embargo, a medida que avanzaban los trabajos, una disputa surgió entre los animales más grandes y los más pequeños. Los elefantes y jirafas argumentaban que su fuerza era necesaria para levantar los troncos más pesados, mientras que los ratones y ardillas se sentían excluidos por no poder ayudar en tareas tan pesadas.

Don Sabio intervino de inmediato, recordándoles que la solidaridad y la equidad eran fundamentales para salvar el puente. Propuso que cada animal, sin importar su tamaño o fuerza, tenía un papel importante en la tarea. Los elefantes y jirafas podían levantar los troncos grandes, pero los ratones y ardillas podían entrelazar las ramas y llegar a los lugares más estrechos.

Así, todos los animales trabajaron juntos, respetando las habilidades y fortalezas de cada uno. El puente fue finalmente reparado y se mantuvo firme, más fuerte que nunca. Los animales celebraron su victoria con una gran fiesta en honor a la solidaridad y la fraternidad que habían demostrado.

Desde ese día, el puente de la amistad se convirtió en un símbolo aún más poderoso para los habitantes de Arbolitos. Recordaban siempre la importancia de trabajar juntos, respetando las diferencias y valorando la contribución de cada ser en la construcción de un mundo mejor. Y así, la solidaridad, la equidad y la fraternidad reinaron eternamente en el pueblo de Arbolitos.

Moraleja:

La unión hace la fuerza y la diversidad enriquece el camino. En la colaboración y el respeto por las diferencias radica la verdadera fortaleza de la amistad y la comunidad. Cada uno, con sus habilidades únicas, es fundamental en la construcción de un mundo mejor. ¡Trabajemos juntos, valorando a todos por igual, para superar cualquier desafío que se nos presente!

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