**El Primer Canto del Pollito**
En una pequeña granja rodeada de verdes prados y árboles frutales, vivía una gallina llamada Clara. Clara era una madre cariñosa y siempre estaba atenta a su nido, donde había colocado un hermoso huevo de color marrón. Los días pasaban y Clara se dedicaba a calentar su huevo con su suave plumaje, mientras cantaba suaves canciones para animar al pequeño que se escondía en su interior.
Un buen día, mientras el sol comenzaba a salir y la brisa fresca acariciaba el campo, Clara sintió un movimiento dentro del huevo. ¡El pequeño pollito estaba a punto de nacer! Con gran emoción, la gallina se acomodó en su nido y empezó a hacer sonar su canto más alegre.
“Pío, pío, pío,
despierta, pequeño,
el mundo te espera,
con amor y con sueños.”
Los demás animales de la granja, al escuchar el canto de Clara, se acercaron curiosos. La vaca Lulú, el cerdito Roco, y la oveja Mabel se reunieron alrededor del nido, ansiosos por ver al nuevo integrante de la familia.
Con un último empujón, el huevo comenzó a romperse. ¡Crack! Un pequeño pico asomó, seguido de un suave y amarillo plumón. Clara miraba con ternura, mientras su pequeño pollito luchaba por salir.
“¡Vamos, pequeño! ¡Tú puedes!”, animaba Clara. Y así, con mucho esfuerzo, el pollito finalmente rompió el huevo por completo y salió a la luz del día.
“¡Pío! ¡Pío! ¡He nacido!” exclamó el pollito, estirando sus pequeñas alas y mirando a su alrededor con ojos brillantes.
Los animales de la granja aplaudieron con alegría. “¡Bienvenido, pequeño pollito!” dijeron todos a la vez. “¿Cómo te llamarás?”
El pollito pensó un momento y respondió: “Quiero ser llamado Pío, como el sonido que hago”.
Clara sonrió, orgullosa de su pequeño. “Eres perfecto, Pío. Ahora es tiempo de descubrir el mundo”.
Pío, con su corazón lleno de curiosidad, empezó a explorar. Corrió detrás de Lulú, la vaca, y le preguntó sobre las flores que crecían en el campo. Luego, se acercó a Roco, el cerdito, para aprender a jugar en el barro. Cada nuevo descubrimiento lo llenaba de alegría y emoción.
“¡Mira, mamá! ¡Puedo saltar!”, decía Pío, mientras intentaba imitar a Mabel, la oveja, que brincaba felizmente.
Los días pasaron y Pío se convirtió en un pollito aventurero. Cada mañana, Clara le enseñaba a buscar granos y a cuidar de sí mismo. Pero, sobre todo, le enseñó a cantar. Juntos, practicaban en el gallinero.
Un día, mientras el sol se ponía y el cielo se pintaba de colores, Pío se sintió inspirado y decidió cantar su propia canción:
“Soy Pío, el pollito,
nací de un huevo dorado,
en esta granja querida,
con amor siempre rodeado.”
Los animales se detuvieron a escuchar la hermosa melodía de Pío. Era su primer canto, lleno de alegría y amor. Clara, con lágrimas de felicidad, abrazó a su pequeño.
Desde aquel día, Pío no solo fue el pollito más querido de la granja, sino también el más feliz. Su canto llenó el aire con alegría, y cada mañana, el sol brillaba un poco más, gracias a la música de Pío.
Y así, en la pequeña granja, comenzó la aventura del pollito Pío, que siempre recordaría el día en que su primer canto llenó de luz el corazón de todos. Fin.
**Moraleja:**
El cuento de Pío, el pollito, nos enseña que cada nuevo comienzo está lleno de oportunidades y alegría. Al nacer, Pío no solo descubrió un mundo nuevo, sino que también aprendió a cantar su propia canción, símbolo de su individualidad y sueños. La valentía de explorar y aprender es fundamental en la vida. Así como Pío se aventuró a conocer a sus amigos y a disfrutar de cada momento, nosotros también debemos atrevernos a salir de nuestra zona de confort, a experimentar y a ser curiosos.
Además, el amor y el apoyo de Clara, su madre, muestran la importancia de tener a alguien que nos anime y crea en nosotros. No importa cuán pequeños seamos, nuestras voces son valiosas y pueden iluminar el mundo. Así que nunca dejes de soñar, de explorar y de cantar tu propia canción, porque cada uno de nosotros tiene un brillo especial que compartir. Recuerda, el amor y la alegría crecen cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos.