**Título: Las Llaves Mágicas del Aprendizaje**
Narrador: En un país lleno de montañas y ríos, existía una ley mágica llamada la Ley 115 de 1994, que protegía a todos los niños para que pudieran aprender. Esta ley era como un gran paraguas que aseguraba que cada pequeño tuviera acceso a una educación de calidad. Pero, ¿qué sucedía con los más pequeños, esos que apenas daban sus primeros pasos? Para ellos, el rey y la reina de la educación crearon un decreto especial, el Decreto 2247 de 1997, que se convirtió en una llave mágica.
Narrador: Esta llave mágica abrió las puertas del Prejardín, un lugar donde los niños de tres años podían aprender a través de juegos y risas. Allí, los pequeños exploraban un jardín lleno de flores de colores, mientras una amable maestra los guiaba por caminos de descubrimientos. Cada día era una nueva aventura, donde la curiosidad florecía y la amistad se cultivaba.
Narrador: Al cumplir cuatro años, los niños continuaban su viaje al Jardín, un espacio mágico donde la fantasía cobraba vida. En este bosque encantado, eran acompañados por hadas maestras que les enseñaban a contar cuentos, cantar canciones y descubrir los secretos de la naturaleza. Cada rincón del jardín estaba lleno de sorpresas, y los pequeños aprendices aprendían a soñar en grande.
Narrador: Finalmente, al llegar a los cinco años, los niños se preparaban para el Grado de Transición, la última parada antes de entrar al gran castillo de la educación básica. En este lugar luminoso, cada uno comenzaba a forjar su camino hacia nuevas aventuras. Con sus llaves mágicas en mano, los pequeños estaban listos para abrir las puertas de un mundo lleno de conocimiento y maravillas, donde el saber se convertiría en su mejor compañero.
**Moraleja:**
En el país de las montañas y ríos, los pequeños aprendices descubrieron que cada etapa de su educación era una aventura mágica. La Ley 115 y el Decreto 2247 eran como llaves que abrían puertas hacia un mundo lleno de sueños, risas y aprendizajes. A través del juego, la curiosidad y la amistad, los niños comprendieron que aprender no solo era importante, sino también divertido.
Así, aprendieron a valorar el conocimiento como un tesoro que los acompañaría en su camino. La magia de su infancia les enseñó que cada paso cuenta y que, aunque el viaje puede ser desafiante, siempre habrá guías dispuestos a ayudarles a encontrar el camino.
Recuerda, querido niño, que con cada nuevo aprendizaje, abres una puerta hacia un futuro brillante. Así como en el jardín y el bosque encantado, tu curiosidad y esfuerzo son las llaves mágicas que te permitirán explorar el vasto universo del saber. Nunca dejes de soñar y de aventurarte en el maravilloso viaje del aprendizaje, porque con cada conocimiento que adquieres, te haces más fuerte y sabio. ¡Las llaves mágicas del aprendizaje siempre estarán contigo!