Nerea era una niña de nueve años que vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y cielos azules. Durante el día, su imaginación volaba entre páginas llenas de historias. Con su cuaderno de rayas y un lápiz de colores, escribía cuentos sobre dragones amistosos, hadas danzarinas y bosques encantados. Todos en el pueblo la conocían como la Escritora de Sueños, porque sus relatos hacían que los corazones de los niños latieran con alegría y asombro.
Pero cuando el sol se ocultaba y las estrellas comenzaban a brillar, Nerea se transformaba en la Maga de Estrellas. Con su varita hecha de ramas de sauce y un manto tejido con hilos de luz, salía al jardín y miraba al cielo. Sus ojos se iluminaban con cada destello de las constelaciones, y con un suave susurro, hacía que las estrellas danzaran y jugaran entre sí. Aquella noche, una estrella traviesa decidió acercarse, intrigada por la magia de Nerea.
La estrella, llamada Lúmina, le dijo a Nerea que deseaba conocer la tierra de los sueños que ella creaba con tanto amor. Nerea sonrió y, con un toque de su varita, hizo que una nube suave apareciera. Juntas, se montaron en la nube y viajaron a través de los cuentos que Nerea había escrito. Volaron sobre montañas de caramelos, nadaron en ríos de chocolate y se rieron con los personajes que cobraban vida en sus historias.
Al amanecer, Lúmina se despidió de Nerea, prometiendo que siempre estaría en el cielo, iluminando sus noches con su luz. Nerea, llena de felicidad, regresó a su casa y escribió una nueva historia sobre su aventura. Y así, cada día y cada noche, seguía creando mundos mágicos con sus palabras y su magia, recordando que los sueños y las estrellas siempre estarían a su alcance.
**Moraleja:**
La historia de Nerea nos enseña que la imaginación es una puerta mágica que nos permite explorar mundos maravillosos. Cuando creemos en nuestros sueños, como Nerea creyó en su capacidad de contar historias y hacer danzar a las estrellas, podemos crear realidades llenas de alegría y asombro. La curiosidad y la creatividad son poderes que todos tenemos, y al usarlos, podemos conectar con lo extraordinario, incluso con lo que parece imposible.
Además, la amistad y el compartir son esenciales en este viaje. Nerea no solo disfrutó de su magia, sino que también la compartió con Lúmina, la estrella, quien a su vez iluminó sus noches. Así, cuando compartimos nuestras ideas y sueños con los demás, estos se hacen más grandes y brillantes.
Recuerda que cada uno de nosotros tiene un pequeño mundo mágico dentro. Nunca dejes de soñar, de imaginar y de crear, porque tus palabras pueden llevarte a aventuras increíbles, y tus sueños pueden iluminar la vida de quienes te rodean. ¡Sé siempre un soñador, porque el verdadero poder está en tu corazón!