**La Sinfonía de Ernesta: El Eco de la Risa Vacía**

En un pequeño pueblo lleno de melodías, vivía Ernesta, una directora de orquesta muy querida. Su orquesta estaba compuesta por instrumentos alegres: el violín que sonaba como el canto de los pájaros, el trombón que reía a carcajadas y la flauta que susurraba secretos. Pero, a pesar de su felicidad, Ernesta notaba una ausencia extraña: su orquesta le faltaba un integrante, y no era un instrumento cualquiera, sino la Risa.

Desde hacía dos días, Ernesta se reía, pero algo no sonaba bien. Sus risas eran suaves y vacías, como si estuvieran escondiendo un secreto. Las notas de su orquesta seguían tocando, pero ella sentía que algo faltaba. Intentaba recordar cuándo había sido la última vez que había reído a carcajadas, con esa risa que hacía eco en el aire y llenaba su corazón de alegría.

Decidida a encontrar la razón de su Risa Vacía, Ernesta se aventuró a hablar con sus amigos, los instrumentos. El violín le dijo: “A veces, la risa se esconde detrás de las nubes de la rutina”. El trombón agregó: “Quizás necesitas un nuevo motivo para reír”. Con cada consejo, Ernesta iba comprendiendo que la risa no solo era un sonido, sino un sentimiento profundo que debía buscar en su interior.

Finalmente, Ernesta decidió organizar un gran concierto en el parque del pueblo. Invitó a todos a compartir historias, juegos y momentos divertidos. Al ver a sus amigos reír y disfrutar, la chispa de la risa volvió a encenderse en su corazón. La Risa Vacía se desvaneció entre las risas sinceras y llenas de vida. Desde entonces, Ernesta aprendió que la verdadera risa no solo suena, sino que también se siente, y que siempre es mejor cuando se comparte.

Moraleja:

**Moraleja: La Risa Compartida**

En la historia de Ernesta, la directora de orquesta, aprendemos que la risa es más que un simple sonido; es un sentimiento que crece y se enriquece cuando lo compartimos. A veces, en la rutina diaria, podemos olvidar cómo reír de verdad. Sin embargo, al buscar nuevas experiencias y conectar con nuestros amigos, podemos encontrar motivos para reír genuinamente.

La Risa Vacía que Ernesta sentía nos enseña que es normal pasar por momentos en los que la alegría parece escasa. Pero, al abrirnos a los demás y crear momentos divertidos, podemos recuperar esa risa sincera que llena nuestros corazones.

Así que recuerda, siempre que te sientas un poco triste o aburrido, busca a tus amigos y comparte historias, juegos o aventuras. La risa se vuelve más fuerte cuando la disfrutamos juntos. ¡Nunca subestimes el poder de una buena carcajada en compañía! La felicidad se multiplica cuando la compartimos, y así, la música de la vida suena más dulce.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *