En un rincón soleado de Huelva, vivía la Dulce Bruja, conocida por todos los niños del pueblo. Con su gorro de colores y su risa contagiosa, era famosa por repartir chuches y juguetes a quienes se portaban bien. Cada tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse, los niños corrían hacia su casa, un pequeño refugio lleno de dulces y sorpresas. La bruja siempre les decía: “La magia está en hacer felices a los demás”.
Sin embargo, la Dulce Bruja tenía un gran secreto. Su jefa, una bruja malvada que vivía en Barcelona, no soportaba la alegría que su aprendiz traía a los niños. Siempre intentaba hacer que la Dulce Bruja dejara de lado su bondad y empezara a lanzar hechizos oscuros. Pero la Dulce Bruja nunca cedió, y eso enfureció a su jefa. Un día, decidió que era hora de poner fin a su felicidad y planeó un viaje a Huelva para enseñarle una lección.
Los vientos se levantaron y el cielo se oscureció cuando la bruja malvada llegó. Pero la Dulce Bruja, con su corazón lleno de valentía, decidió enfrentarse a ella. Con la ayuda de los niños, que habían aprendido un poco de magia bondadosa, la bruja malvada fue rodeada de dulces y risas, y, en un giro inesperado, comenzaron a aparecer dragones marinos. Estos majestuosos seres, guardianes del mar, estaban cansados de la maldad y decidieron ayudar a la Dulce Bruja.
Con un poderoso rugido, los dragones marinos arrastraron a la bruja malvada hacia el océano, donde no podría hacer daño nunca más. La Dulce Bruja, agradecida, prometió seguir trayendo alegría a los corazones de los niños. Desde aquel día, el mar de Huelva brilló con más colores y dulzura, y los niños sabían que su amiga la bruja siempre estaría allí, cuidando de ellos con su magia especial.
**Moraleja:**
La historia de la Dulce Bruja nos enseña que la bondad y la alegría siempre triunfan sobre la maldad. Aunque a veces enfrentemos adversidades y personas que intenten apagarnos, es importante mantenernos firmes en nuestros valores y en el deseo de hacer felices a los demás. La Dulce Bruja, con su corazón valiente y su amor por los niños, demostró que la verdadera magia reside en compartir sonrisas y momentos felices.
Además, aprendemos que, cuando nos unimos y trabajamos juntos, podemos superar cualquier obstáculo. Los niños del pueblo, al apoyar a su amiga, reforzaron la idea de que la amistad y la colaboración son poderosas.
Finalmente, este cuento nos recuerda que, aunque el mundo a veces puede ser oscuro, siempre hay luz en la bondad y la esperanza. Así que nunca olvides: cada pequeño acto de amabilidad puede hacer una gran diferencia, y la magia más fuerte es la que nace del amor y la alegría compartida. ¡Sé como la Dulce Bruja y siembra siempre felicidad a tu alrededor!