El Viaje de Oval: La Puerta de los Recuerdos

Había una vez una niña llamada Clara, que siempre miraba las estrellas mientras pensaba en su mamá, quien había partido al cielo. Una noche, Clara escuchó un susurro entre las hojas: «La Puerta de los Recuerdos». Decidida a encontrarla y volver a ver a su mamá, se adentró en el bosque que rodeaba su casa, donde la luna iluminaba su camino.

Mientras caminaba, Clara se encontró con un perro de pelaje dorado, que la miraba con ojos brillantes. «¡Hola! Soy Oval», ladró el perrito con una voz suave. «¿Qué buscas en este bosque mágico?». Clara le explicó su deseo de ver a su mamá una vez más. Oval movió la cola y le dijo: «A veces, los recuerdos son como estrellas, brillan en nuestro corazón, pero no podemos volver a tocarlas. Vamos a encontrar esa puerta juntos».

El camino estaba lleno de aventuras. Juntos cruzaron ríos de risas, saltaron sobre montañas de sueños y se encontraron con criaturas que contaban historias. Oval le enseñó a Clara que cada recuerdo era un tesoro, y aunque su mamá no estaba físicamente, su amor siempre la acompañaría. «Mira a tu alrededor», le dijo Oval. «Las personas que te quieren están aquí, en el presente, y eso es tan hermoso como cualquier recuerdo».

Finalmente, llegaron a una cueva resplandeciente donde la Puerta de los Recuerdos brillaba como el sol. Clara sintió una mezcla de tristeza y alegría. Oval, con su sabiduría, le dijo: «A veces hay que dejar ir para poder abrazar lo nuevo». Clara entendió que aunque su mamá siempre estaría en su corazón, era hora de seguir adelante y apreciar a quienes la rodeaban. Con una sonrisa, decidió regresar a casa, llevando consigo el amor de su mamá y la amistad de Oval, el perro que le enseñó a vivir el presente con alegría.

Moraleja:

La historia de Clara y Oval nos enseña una valiosa lección sobre la vida y el amor. A veces, deseamos aferrarnos a los recuerdos de aquellos que hemos perdido, creyendo que la tristeza nos acerca a ellos. Sin embargo, como Oval le mostró a Clara, los recuerdos son como estrellas: brillan en nuestro corazón pero no podemos tocarlas. Es importante recordar a quienes amamos, pero también debemos aprender a vivir en el presente.

Cada día está lleno de nuevas experiencias y personas que nos quieren. Al igual que Clara, debemos abrir nuestros corazones a las amistades y a los momentos que nos rodean. Dejar ir no significa olvidar, sino permitir que el amor que sentimos por quienes han partido nos impulse a vivir plenamente.

Así, aunque Clara siempre llevaría a su mamá en su corazón, aprendió que el verdadero tesoro está en apreciar cada instante, en reír y en compartir con quienes están a su lado. La vida es un viaje, y cada paso que damos nos lleva hacia nuevas aventuras y amistades. Recuerda: el amor nunca se pierde, solo se transforma y nos guía hacia adelante.

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