**El Valor de un Peón**

En un lejano reino de ajedrez, el Rey Blanco gobernaba con sabiduría. Su ejército estaba formado por torres valientes, caballos ágiles y alfiles astutos. Sin embargo, tras una feroz batalla contra el Reino Negro, solo le quedaba un pequeño peón llamado 山子 (Shanzi), cuyo nombre significaba «montaña humilde». Mirando a su alrededor, el Rey se sintió desanimado al ver que su único compañero era un peón, una pieza que siempre avanzaba lentamente.

—¿Cómo podrás defenderte tú solo? —preguntó el Rey, resignado—. Eres solo un peón. Los peones nunca retroceden.

山子, con voz tranquila pero firme, respondió: —Majestad, aunque soy pequeño, llevo en mi corazón el coraje de mil batallas. Si confía en mí, le mostraré mi valor.

Cuando el Reino Negro atacó, la Reina Negra y los caballos avanzaron como una tempestad. El Rey, temblando de miedo, intentó huir, pero 山子 se interpuso. —¡Proteja mi espalda, Majestad! —gritó, avanzando paso a paso y bloqueando cada amenaza. Con astucia, esquivó ataques y, tras un gran esfuerzo, llegó a la octava fila. Allí ocurrió un milagro: el humilde peón se transformó en una poderosa Reina Blanca. Con un movimiento brillante, derrotó al Rey Negro y salvó el reino.

Con lágrimas en los ojos, el Rey Blanco comprendió su error. —Nunca subestimaré a nadie de nuevo —susurró—. Hasta el más pequeño puede ser gigante con determinación. Desde aquel día, el Rey y 山子 se convirtieron en amigos, y juntos enseñaron a todos que el valor no siempre se mide por el tamaño.

Moraleja:

En un reino de ajedrez, un pequeño peón llamado 山子 demostró que el valor no se mide por el tamaño. A pesar de ser considerado débil, su coraje y determinación lo convirtieron en un héroe. Cuando el Rey Blanco dudó de su capacidad, 山子 le enseñó que incluso los más humildes pueden lograr grandes hazañas con valentía y confianza.

La historia nos recuerda que todos, sin importar su apariencia o posición, tienen un potencial impresionante. A veces, los que parecen pequeños o insignificantes pueden ser los más valientes y capaces. No debemos subestimar a los demás, pues cada uno tiene algo especial que aportar.

Así que, la moraleja es: «El verdadero valor reside en el corazón, no en el tamaño. Cada uno puede ser un gigante si se atreve a ser valiente.» Nunca olvides que, con determinación y esfuerzo, cualquier persona puede lograr lo que se proponga, sin importar cuán pequeño sea.

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