Había una vez un grupo de niños muy felices que iban a la escuela todos los días con una sonrisa en el rostro. Un día, los niños decidieron hacerle un regalo especial a su maestra, a quien querían mucho. Mientras caminaban hacia la escuela, vieron unas hermosas flores en el camino y decidieron recogerlas como obsequio.
Cuando llegaron a la escuela, los niños le entregaron las flores a su maestra con mucha ilusión. La maestra, agradecida, les sonrió y les dio las gracias por el bonito gesto. Sin embargo, les explicó que era importante cuidar las plantas y respetar la naturaleza. Los niños escucharon atentamente las palabras de su maestra y prometieron ser más cuidadosos la próxima vez.
Desde ese día, los niños aprendieron a valorar aún más la belleza de la naturaleza y a cuidar las plantas con mucho amor. Cada vez que veían flores, recordaban la importante lección que les había dado su maestra y se esforzaban por proteger el medio ambiente. La maestra, orgullosa de sus alumnos, les enseñó que con pequeños gestos de amor y respeto, podían hacer del mundo un lugar mejor para todos.