- Autor: Marcela
- Idea inicial: Había una vez un lobo que no le gustaba que lo vean como mal, por su forma de verse, entonces el lobo comenzó a ser solidario y muy amable con las personas, hasta que convenció a los demás de que quería ser una persona mejor.
Había una vez un lobo llamado Lucas que vivía en un bosque encantado. Lucas era un lobo muy especial, pues no le gustaba que lo vieran como una criatura malvada debido a su apariencia feroz. A pesar de su gran tamaño y sus afilados colmillos, Lucas tenía un corazón amable y gentil.
Cansado de ser juzgado por su apariencia, Lucas decidió ser solidario y amable con todas las personas que conocía. Comenzó ayudando a los animales del bosque, rescatando a los pájaros que se habían caído de sus nidos y ayudando a las ardillas a recolectar nueces para el invierno.
Un día, mientras Lucas estaba ayudando a un pequeño conejito a encontrar su madriguera, se encontró con un grupo de niños que jugaban en el bosque. Los niños se asustaron al ver a Lucas y salieron corriendo, gritando: «¡Un lobo, un lobo!»
Lucas se sintió muy triste y se dio cuenta de que su apariencia aterradora seguía afectando la forma en que los demás lo veían. Decidió que era hora de hacer algo para cambiar esa percepción.
El lobo decidió hablar con los niños y explicarles que él no era un lobo malo, sino un lobo amable y solidario. Se acercó lentamente a los niños y les dijo: «¡No tengan miedo! Soy Lucas, el lobo amable. Solo quiero ser su amigo y ayudar a los demás».
Los niños, aunque todavía un poco asustados, se acercaron a Lucas con curiosidad. El lobo les mostró todas las buenas acciones que había hecho en el bosque y les contó historias de cómo había ayudado a los animales necesitados.
Poco a poco, los niños comenzaron a darse cuenta de que Lucas no era el lobo malo que habían imaginado. Vieron en sus ojos amables y su actitud amigable que estaba dispuesto a cambiar y ser una mejor persona.
Los niños decidieron darle una oportunidad a Lucas y lo invitaron a jugar con ellos. Juntos, construyeron una casa en el árbol y exploraron el bosque en busca de aventuras.
Lucas se sintió muy feliz al ver cómo los niños lo aceptaban y lo veían como el lobo amable que realmente era. A partir de ese día, Lucas decidió seguir siendo solidario con todos los que conocía y demostrarles que, a pesar de las apariencias, siempre hay bondad en el corazón de las personas.
De esta forma, Lucas pudo cambiar la forma en que los demás lo veían y demostrarles que, aunque sea diferente, podía ser una persona amable y generosa. Y así, el lobo amable y solidario vivió feliz junto a sus nuevos amigos en el bosque encantado.
Ojalá todos podamos ser Lucas, en este mi do de tanta violencia. Muy hermoso tu cuento.
Lucas es un animal, no una persona.