**El Jardín de las Mariquitas Cantoras**
En un rincón mágico del bosque, donde los árboles susurraban secretos y las flores danzaban al ritmo del viento, había un lugar especial llamado el Jardín de las Mariquitas Cantoras. Este jardín era conocido por sus habitantes: mariquitas que no solo eran coloridas, sino que también tenían una hermosa voz.
Cada mañana, al amanecer, las mariquitas se reunían en una hoja gigante de un árbol, donde el sol brillaba con fuerza y llenaba de luz el lugar. Allí, se preparaban para su gran concierto diario. La líder del grupo era Lila, una mariquita de manchas grandes y brillantes, que tenía una voz dulce como el néctar de las flores.
—¡Buenos días, amigas! —exclamó Lila un día—. Hoy es un día especial, porque vamos a cantar para el gran festival del bosque. ¡Quiero que todos seamos parte de esta celebración!
Las demás mariquitas, entusiasmadas, empezaron a practicar sus canciones. Había una mariquita llamada Rita, que tenía un talento especial para imitar los sonidos de otros animales. La mariquita Melisa, por su parte, podía hacer que el viento soplara suavemente con su canto. Y la pequeña Clara, aunque era la más joven, tenía una voz que hacía sonreír a todos.
—Vamos a ensayar —dijo Lila—. Necesitamos que nuestro canto sea perfecto.
Las mariquitas cantaron durante horas, creando armonías que resonaban por todo el jardín. Los pájaros se detuvieron a escuchar, las mariposas se unieron al baile, y hasta los ciervos se acercaron curiosos.
Sin embargo, a medida que se acercaba el día del festival, una nube oscura apareció en el cielo. Era la sombra del temido búho Rufián, conocido por sus travesuras y su risa burlona.
—¿Qué hacen esas mariquitas cantando? —preguntó Rufián, posándose en una rama—. Seguro que no tienen nada que ofrecer en el festival.
Las mariquitas, aunque asustadas, no dejaron que las palabras del búho las desanimaran. Lila, con valentía, respondió:
—¡Nosotros cantamos con el corazón! Y eso es lo que importa.
El día del festival llegó y el jardín se llenó de alegría. Animales de todas partes se reunieron para escuchar a las mariquitas. Lila y sus amigas subieron al escenario hecho de hojas y flores, y comenzaron a cantar. Su música era tan hermosa que hizo que las nubes se disiparan, dejando que el sol brillara con más fuerza.
Rufián, desde su rama, se sintió incómodo. Nunca había escuchado algo tan lindo. Al final de la canción, todos aplaudieron y vitorearon a las mariquitas.
—¡Bravo! —gritó un ciervo—. ¡Son las mejores cantoras del bosque!
Rufián, sorprendido, aplaudió también, pero en su corazón supo que había subestimado a las mariquitas. Se acercó a ellas y, con un tono más amable, dijo:
—Lo siento, chicas. Me dejé llevar por mis miedos. Su canto es verdaderamente hermoso.
Lila sonrió y le dijo:
—Siempre hay espacio para la amistad, Rufián. ¡Únete a nosotros!
Desde ese día, el Jardín de las Mariquitas Cantoras no solo fue conocido por su música, sino también por haber enseñado a todos que la verdadera belleza viene del corazón y que la amistad puede crecer incluso entre los más inesperados.
Y así, el jardín siguió floreciendo, lleno de risas, canciones y, sobre todo, de armonía. Fin.
**Moraleja:**
En el Jardín de las Mariquitas Cantoras, aprendimos que la verdadera belleza no radica en lo que aparentamos, sino en lo que llevamos en el corazón. A veces, los miedos y prejuicios pueden nublar nuestra visión y hacernos dudar de los talentos de los demás. Sin embargo, cuando nos atrevemos a escuchar y abrir nuestro corazón, descubrimos que la diversidad enriquece nuestras vidas y que la amistad puede florecer en los lugares más inesperados.
Las mariquitas no solo mostraron su valía con su canto, sino que también enseñaron al búho Rufián a valorar la bondad y la unión. Todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace especiales. Cada uno tiene algo único que ofrecer, y juntos podemos crear armonías maravillosas.
Así que, recuerda siempre: no subestimes a los demás ni dejes que el miedo te aleje de nuevas amistades. La verdadera magia está en la aceptación, la valentía y el amor que compartimos. ¡Canta con el corazón y deja que la amistad florezca!