En un lejano reino, donde las montañas tocaban las nubes y los ríos brillaban como espejos, vivía un dragón llamado Lúcido. No era un dragón cualquiera; Lúcido era el Guardián de las Estrellas. Cada noche, cuando el sol se escondía y la luna comenzaba a brillar, Lúcido se alzaba en el cielo para asegurarse de que cada estrella brillara con fuerza y belleza.
Los habitantes del reino adoraban a Lúcido. Desde los más pequeños hasta los más ancianos, todos miraban al cielo deseando que el dragón hiciera su magia. Con su aliento de fuego dorado, Lúcido reparaba estrellas apagadas y las llenaba de sueños. Así, cada estrella se convertía en un faro de esperanza, iluminando las noches y guiando a los viajeros perdidos.
Un día, una nube oscura apareció en el horizonte, amenazando con cubrir el cielo y apagar las estrellas. Los niños del pueblo, preocupados, corrieron a buscar a Lúcido. «¡Ayúdanos, Guardián de las Estrellas!», gritaban. El dragón, con su corazón lleno de valentía, voló alto y se enfrentó a la nube. Con un poderoso rugido, sopló su fuego dorado, haciendo que la nube se disolviera y las estrellas volvieran a brillar.
Desde entonces, Lúcido no solo fue el Guardián de las Estrellas, sino también el protector de los sueños y la alegría del reino. Cada noche, cuando los niños miraban hacia el cielo, sonreían al ver a su dragón amigo danzar entre las estrellas, recordando que siempre habría luz, incluso en los momentos más oscuros. Y así, Lúcido siguió cuidando del cielo, asegurándose de que cada estrella brillara, y cada corazón soñador se sintiera seguro.
La historia de Lúcido, el Guardián de las Estrellas, nos enseña que siempre hay esperanza, incluso en los momentos más oscuros. A veces, pueden aparecer nubes en nuestra vida que nos hacen sentir perdidos o asustados. Sin embargo, al igual que Lúcido, cada uno de nosotros tiene dentro una chispa de valentía y luz que puede brillar y disipar esas sombras.
Es importante recordar que nuestra propia fuerza puede ayudar a otros, tal como Lúcido protegió a su reino y cuidó de sus habitantes. Cuando nos unimos y enfrentamos nuestros miedos, podemos superar cualquier obstáculo. Además, nunca debemos olvidar que los sueños son como estrellas: aunque a veces se oculten tras nubes, siempre podemos encontrar la manera de hacerlos brillar de nuevo.
Así que, cada vez que sientas que la oscuridad te rodea, mira hacia arriba. Recuerda que hay un dragón en el cielo que cuida de tus sueños y que, con valentía y amistad, siempre podrás iluminar tu camino y el de los demás. ¡Sé como Lúcido y nunca dejes de soñar!