Había una vez en un bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos al viento. Los niños del pueblo cercano solían aventurarse allí para escuchar las historias que contaban las hojas al moverse suavemente. Un día, Lucía, una niña curiosa y valiente, decidió adentrarse sola en el bosque en busca del misterioso susurro de los árboles.
Al caminar entre los altos árboles, Lucía percibió un murmullo suave que la envolvía como una caricia. Los árboles le contaban historias de antiguos tiempos, de animales mágicos y de la importancia de cuidar la naturaleza. Fascinada por aquellos relatos, Lucía se sentó en el suelo y cerró los ojos para disfrutar plenamente de aquel regalo de la naturaleza.
Pasaron las horas y cuando Lucía regresó al pueblo, todos notaron un brillo especial en sus ojos. Contó maravillada las historias que los árboles le habían susurrado y desde entonces, cada tarde, los niños del pueblo se reunían en el bosque para escuchar las enseñanzas de la naturaleza. Así, aprendieron a valorar y proteger el mundo que los rodeaba, convirtiéndose en guardianes de la armonía entre los seres vivos.