En un mundo lleno de colores y formas, Mariano vivía su propia aventura. A la edad de tres años, Mariano aún no decía una sola palabra, pero su mirada curiosa y sus gestos llenos de ternura lo hacían único entre los demás niños. Después de varios estudios, los doctores confirmaron que Mariano tenía autismo, lo que explicaba su forma diferente de interactuar con el mundo que lo rodeaba.
Para Mariano, la vida no era fácil. Muchas personas no entendían su manera de comportarse y a menudo lo miraban con extrañeza. Sin embargo, su familia y sus amigos más cercanos lo aceptaban tal como era, con amor y paciencia. A medida que crecía, Mariano recibía terapia para poder integrarse mejor a la sociedad y aprender a comunicarse de nuevas formas.
Hoy, Mariano tiene trece años y sigue enfrentando desafíos, pero también grandes logros. Gracias al apoyo de su familia, terapeutas y maestros, ha aprendido a expresarse a través de la pintura y la música, descubriendo un mundo de posibilidades donde su creatividad no tiene límites. Aunque el camino no es fácil, Mariano sigue adelante con valentía y determinación, demostrando que la integración es posible cuando se brinda amor y comprensión.