Jaramillo el ratón era conocido por ser el más astuto de todos en el bosque. Un día, mientras disfrutaba de su delicioso queso, una serpiente astuta y rápida se lo arrebató y se escapó entre los árboles. Jaramillo, desesperado, comenzó a idear planes para recuperar su preciado queso.
En su primer intento, decidió seguir a la serpiente, pero ésta lo despistó con sus giros y Jaramillo se perdió en el bosque. En su segundo intento, intentó persuadir a otros animales para que lo ayudaran, pero ninguno logró dar con la serpiente. Jaramillo no se rindió y siguió pensando en nuevas estrategias.
Finalmente, Jaramillo recordó que la serpiente tenía un punto débil: le encantaba la música. Así que decidió preparar un concierto improvisado en el claro del bosque, utilizando ramas y hojas como instrumentos. La serpiente, atraída por la melodía, salió de su escondite y Jaramillo aprovechó la distracción para recuperar su queso. Con ingenio y perseverancia, Jaramillo logró su cometido y aprendió que siempre hay una solución si se busca con creatividad y determinación.