En un pequeño pueblo, vivía la abuela Mariví junto a su nieta Elsa. Mariví era conocida por ser una gran tejedora, creaba los suéteres más calentitos y coloridos que se hubieran visto. Un día, Elsa descubrió un baúl en el desván de la casa de su abuela. Al abrirlo, encontró una madeja de lana mágica y unos patrones nunca vistos.
Mariví le explicó a Elsa que aquella lana tenía el poder de convertirse en cualquier prenda que desearan, solo tenían que pensar en ella con fuerza mientras tejían. Juntas, empezaron a tejer con la lana mágica y vieron cómo los suéteres cobraban vida y se transformaban en capas de invisibilidad, bufandas que concedían deseos y guantes que daban superpoderes.
Elsa y Mariví guardaron el secreto de la lana mágica entre ambas, disfrutando de sus creaciones y aventuras. La abuela enseñó a su nieta la importancia de usar los dones con responsabilidad y generosidad. Juntas, recorrieron el pueblo ayudando a quienes lo necesitaban, siempre con una sonrisa en el rostro y la lana mágica como su mayor aliada. El secreto de la abuela Mariví y Elsa se convirtió en una bonita historia que perduraría en el tiempo.