Mattias era un niño valiente que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Siempre había soñado con explorar el bosque que se extendía más allá de su casa, pero había algo que lo detenía: el miedo a lo desconocido. Sus padres, al ver su inquietud, decidieron apoyarlo y le contaron historias sobre las maravillas que se encontraban en aquel lugar. “Recuerda, hijo, el amor que sentimos por ti siempre te acompañará”, le dijeron con una sonrisa.
Un día, después de escuchar una emocionante historia sobre un dragón que vivía en el bosque, Mattias sintió que su valentía crecía. Con el corazón latiendo rápido, decidió que era el momento de aventurarse. Antes de salir, abrazó a sus padres y les prometió que volvería con historias propias que contar. Sus padres, llenos de amor y confianza, le dieron un pequeño amuleto en forma de corazón. “Esto te recordará que siempre estamos contigo”, le dijeron.
Con el amuleto colgado de su cuello, Mattias se adentró en el bosque. Al principio, se sintió un poco asustado, pero pronto descubrió flores de colores brillantes, árboles que parecían tocar el cielo y animales que lo miraban curiosos. Cada paso que daba le llenaba de emoción y valor. Recordaba las palabras de sus padres y, sintiéndose apoyado por su amor, siguió explorando con más confianza.
Al final del día, Mattias regresó a casa con una gran sonrisa y un montón de historias sobre su aventura. Sus padres lo recibieron con abrazos cálidos, y él les contó todo lo que había visto. “El amor y el apoyo que me dieron me hicieron valiente”, les dijo. Desde aquel día, Mattias supo que con el amor de sus padres a su lado, no había nada que temer y que cada aventura era una oportunidad para crecer.