En la hermosa ciudad de Valencia, donde las naranjas brillaban bajo el sol, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un niño especial, ya que usaba una silla de ruedas para moverse. Aunque a veces se sentía diferente, siempre tenía una sonrisa en el rostro y soñaba con aventuras. Un día, mientras observaba el cielo desde su ventana, vio una estrella brillante que parecía parpadearle. Decidió que esa estrella sería su compañera en un viaje mágico.
Esa noche, Lucas se acomodó en su cama y cerró los ojos. De repente, la estrella apareció en su habitación, iluminando todo a su alrededor. «¡Hola, Lucas!», dijo la estrella con una voz suave. «He venido a llevarte a un viaje a lugares maravillosos». Lucas no podía creerlo. «¿De verdad?», preguntó emocionado. La estrella asintió y, con un destello, lo llevó volando por encima de Valencia, mostrándole la belleza de su ciudad desde el aire.
Pasaron por el Jardín del Turia, donde las flores bailaban al ritmo del viento, y llegaron a la playa, donde las olas susurraban secretos. Lucas se sentía libre y feliz, como si pudiera volar. La estrella le mostró que, aunque su silla de ruedas era parte de su vida, su corazón estaba lleno de valentía y sueños. Juntos, recorrieron paisajes de colores y risas, donde cada rincón era una nueva aventura.
Al final de la noche, la estrella llevó a Lucas de regreso a su casa. «Recuerda, Lucas», dijo la estrella mientras desaparecía, «la verdadera magia está en tu corazón. Siempre seré tu compañera, sin importar la distancia». Lucas sonrió, sintiéndose más fuerte que nunca. A partir de ese día, cada vez que miraba al cielo, sabía que su amiga estrella siempre estaría ahí, recordándole que los sueños son posibles y que la amistad no tiene límites.
La historia de Lucas y su estrella nos enseña que todos somos capaces de soñar y de vivir aventuras, sin importar las dificultades que enfrentemos. La silla de ruedas de Lucas no definía su vida, sino que era solo un medio para explorar el mundo que lo rodeaba. La verdadera magia reside en nuestro corazón, en la valentía para perseguir nuestros sueños y en la amistad que nos acompaña en el camino.
Lucas aprendió que aunque a veces se sienta diferente, su sonrisa y sus sueños son poderosos. La amistad, como la que tuvo con la estrella, puede ofrecernos apoyo y motivación para ver el mundo desde nuevas perspectivas. No debemos dejar que nada nos detenga; cada uno de nosotros tiene un brillo único, como las estrellas en el cielo, y es importante recordar que siempre hay alguien que nos anima a seguir adelante.
Así que, queridos niños, nunca dejen de soñar y de buscar aventuras, porque con valentía y amor, todo es posible. La vida es un viaje mágico, y cada uno de ustedes tiene el poder de hacer brillar su propia estrella.