Érase una vez, en un hermoso estanque rodeado de flores y árboles, vivían tres tortugas muy especiales: Lila, Tico y Nube. Aunque eran las mejores amigas, tenían una peculiaridad: eran un poco despistadas. Siempre soñaban despiertas, imaginando grandes aventuras más allá de su hogar. Un día, mientras nadaban y charlaban, Lila sugirió que podrían explorar el bosque que estaba al lado del estanque.
Con gran emoción, las tres tortugas se pusieron en marcha. Sin embargo, a medida que avanzaban, se distrajeron con las mariposas que danzaban a su alrededor. “¡Mira esa de colores!” exclamó Tico, mientras intentaba seguir a una mariposa que volaba alto. Nube, por su parte, se detuvo a oler una flor que, según ella, parecía tener un aroma mágico. Así, sin darse cuenta, se alejaron del camino que llevaban.
Cuando finalmente se dieron cuenta de que habían perdido la dirección, se sintieron un poco asustadas. Pero Lila, con su espíritu soñador, dijo: “No hay que preocuparse, ¡podemos encontrar el camino de regreso usando nuestras cabezas!” Las tortugas se sentaron en un tronco y comenzaron a recordar los sonidos del estanque: el croar de las ranas y el suave murmullo del viento. Con cada recuerdo, se sintieron más seguras.
Siguiendo el sonido del agua, las tres tortugas finalmente llegaron al estanque, donde sus amigos las recibieron con alegría. “¿Dónde han estado?” preguntó un pez curioso. “¡Tuvimos una aventura increíble!” respondieron Lila, Tico y Nube al unísono. Desde aquel día, decidieron que cada vez que quisieran explorar, se llevarían un mapa y, por supuesto, ¡nunca dejarían de soñar! Así, las tres tortugas despistadas aprendieron que las aventuras son más divertidas cuando se comparten, y que siempre es bueno tener un plan.
**Moraleja:**
En la vida, las aventuras son emocionantes y llenas de sorpresas, pero siempre es importante tener un plan. Lila, Tico y Nube, a pesar de ser un poco despistadas, aprendieron que seguir sus sueños no significa perderse en el camino. Al explorar el bosque, se dejaron llevar por las maravillas a su alrededor, lo que les hizo olvidar el rumbo. Sin embargo, al recordar los sonidos del estanque, encontraron el camino de regreso. Esto nos enseña que, aunque es bonito dejarse llevar por la imaginación y la curiosidad, es fundamental ser responsables y estar atentos.
Así, cada vez que quieras emprender una aventura, recuerda llevar contigo un mapa o una guía. Y sobre todo, no olvides compartir esos momentos especiales con amigos, porque las experiencias se hacen más valiosas cuando se viven juntos. ¡Así, cada aventura será memorable y segura!