**Título: El Viaje Estelar de la Abuela y su Hada Madrina** **Cuento:** En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una abuela llamada Clara, conocida por sus deliciosas galletas y sus historias fascinantes. Un día, mientras preparaba una nueva hornada de galletas de chocolate, un destello brillante iluminó su cocina. Era su hada madrina, Lila, quien había llegado con una sorpresa. Clara, tengo una misión muy especial para nosotras, dijo Lila, moviendo su varita mágica. He encontrado un cohete que nos llevará a explorar las estrellas. ¡Pero necesitamos la ayuda de un amigo muy inusual! Curiosa, Clara siguió a Lila hasta el jardín, donde un cohete plateado aguardaba. De repente, un pequeño alienígena de piel verde y grandes ojos brillantes apareció, asomándose del cohete. ¡Hola! Soy Zog y he venido a buscar a alguien valiente para una aventura galáctica, dijo con una sonrisa. Sin pensarlo dos veces, Clara aceptó. Con un guiño de Lila, las tres subieron al cohete. Zog activó los controles y, en un abrir y cerrar de ojos, se elevaron por el cielo estrellado. Mientras viajaban, Clara compartió sus galletas con Zog, quien se relamía de gusto. En mi planeta, no tenemos dulces tan deliciosos, exclamó. Lila, por su parte, les mostró paisajes de planetas coloridos y estrellas danzantes. Cada parada era un nuevo asombro: un planeta cubierto de flores que cantaban y otro donde los ríos fluían con luz. Al final del día, regresaron a casa, pero no sin antes prometerse que repetirían la aventura. Clara se despidió de Zog con un abrazo y un plato lleno de galletas. Nunca olviden que la amistad no tiene fronteras, dijo mientras observaba el cohete alejarse. De vuelta en su cocina, Clara y Lila se rieron recordando su increíble viaje. Y así, cada vez que Clara horneaba galletas, miraba al cielo y sonreía, sabiendo que las estrellas siempre guardarían su secreto.

**Título: El Viaje Estelar de la Abuela y su Hada Madrina**

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una abuela llamada Clara, famosa por sus deliciosas galletas de chocolate y sus historias fascinantes. Un día, mientras la dulce fragancia de las galletas llenaba su cocina, un destello brillante iluminó el aire. Era su hada madrina, Lila, quien había llegado con una sorpresa.

—Clara, tengo una misión muy especial para nosotras —dijo Lila, moviendo su varita mágica en el aire—. He encontrado un cohete que nos llevará a explorar las estrellas. ¡Pero necesitamos la ayuda de un amigo muy inusual!

Intrigada, Clara siguió a Lila hasta su jardín, donde un reluciente cohete plateado aguardaba. Antes de que pudiera preguntarle más, un pequeño alienígena de piel verde y grandes ojos brillantes apareció, asomándose del cohete.

—¡Hola! Soy Zog y he venido a buscar a alguien valiente para una aventura galáctica —dijo con una sonrisa amplia.

Sin pensarlo dos veces, Clara aceptó la invitación. Con un guiño de Lila, las tres subieron al cohete. Zog activó los controles y, con un suave zumbido, el cohete se elevó hacia el cielo estrellado.

Mientras viajaban, Clara compartió sus galletas con Zog, quien se relamía de gusto.

—En mi planeta, no tenemos dulces tan deliciosos —exclamó Zog, disfrutando de cada bocado.

Lila, por su parte, les mostró paisajes de planetas coloridos y estrellas danzantes. En su primer destino, aterrizaron en un planeta cubierto de flores que cantaban melodías alegres al viento. Clara se unió al coro floral, riendo y bailando entre los colores vibrantes.

Luego, visitaron un planeta donde los ríos fluían con luz. Zog se zambulló en el agua brillante, y Clara y Lila lo siguieron, disfrutando de un refrescante chapuzón estelar.

Al final del día, aunque estaban un poco cansadas, regresaron a casa, pero no sin antes prometerse que repetirían la aventura. Clara se despidió de Zog con un cálido abrazo y un plato lleno de galletas.

—Nunca olviden que la amistad no tiene fronteras —dijo mientras observaba el cohete alejarse en el horizonte.

De vuelta en su cocina, Clara y Lila se rieron, recordando cada asombroso momento de su viaje. Cada vez que Clara horneaba galletas, miraba al cielo estrellado y sonreía, sabiendo que las estrellas siempre guardarían su secreto y que la magia de la amistad podía llevarlas a los lugares más maravillosos.

Moraleja:

**Moraleja:**

El viaje estelar de Clara, Lila y Zog nos enseña que la amistad es un vínculo poderoso que trasciende cualquier frontera. No importa si somos diferentes, como Clara, una abuela llena de amor; Lila, un hada madrina mágica; o Zog, un pequeño alienígena curioso. Juntos, pueden compartir momentos inolvidables y aventuras emocionantes.

Además, la generosidad y la bondad son valores que enriquecen nuestras relaciones. Clara ofreció sus galletas a Zog, creando un lazo especial entre ellos. Así, aprendemos que compartir lo que tenemos, ya sea un dulce, una historia o un sueño, puede abrir puertas a nuevas amistades y experiencias.

Por último, nunca olvidemos que la magia de la vida se encuentra en la curiosidad y el deseo de explorar lo desconocido. Si nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort, podemos descubrir maravillas y crear recuerdos que durarán para siempre.

Así que, siempre que mires al cielo estrellado, recuerda que hay un universo lleno de amigos esperando ser encontrados, y que cada acto de bondad puede iluminar el camino hacia nuevas aventuras.

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