En lo profundo de la selva vivía el mono Tito, conocido por sus travesuras. Un día, decidió jugarle una broma a sus amigos del bosque. Escondió todas las frutas en un lugar secreto y les hizo creer que habían desaparecido misteriosamente. Las risas de Tito resonaban por todo el lugar mientras veía la confusión de sus amigos.
Pero su travesura no quedó impune. Los demás animales del bosque se unieron para darle una lección al mono Tito. Idearon un plan para devolverle la broma y hacerle creer que habían sido invadidos por unos temibles monstruos. Tito, asustado, pidió perdón a sus amigos y prometió no volver a molestarlos con sus travesuras.
A partir de ese día, el mono Tito aprendió a divertirse de forma más amigable y a valorar la amistad de sus compañeros del bosque. Juntos pasaban los días explorando la selva, compartiendo risas y aventuras sin necesidad de jugar bromas pesadas. Tito había descubierto que la verdadera diversión estaba en disfrutar de la compañía de quienes le rodeaban, sin necesidad de hacer travesuras para divertirse.
Así, el mono Tito se convirtió en un compañero querido por todos en la selva, siempre dispuesto a ayudar y a alegrar los días con su carisma y simpatía. Aprendió que la amistad y el respeto eran mucho más valiosos que las travesuras, y se ganó el cariño y la admiración de todos los habitantes del bosque. Y juntos, vivieron muchas más aventuras, pero esta vez, siempre en armonía y felicidad.