Había una vez una niña llamada Sofía que amaba pasar horas en el parque. Un día, mientras se mecía en los columpios, vio un juego antiguo que llamó su atención: un aro de hula hula. Se acercó y comenzó a girarlo en su cintura con gran destreza, riendo y disfrutando cada momento.
De repente, Sofía sintió un dolor en el pecho y se desplomó en el suelo. Los médicos llegaron rápidamente, pero ya era demasiado tarde. La niña había fallecido. Sus amigos del parque, consternados y tristes, recordarán por siempre aquel último juego en el parque, donde Sofía brillaba de felicidad.
A partir de ese día, el parque se convirtió en un lugar especial para todos los niños que lo visitaban. Decidieron homenajear a Sofía con un hermoso jardín en su memoria, donde florecían las flores más bellas y coloridas. Cada vez que jugaban en el parque, recordaban a la niña que siempre estará en sus corazones, iluminando sus juegos con su energía y alegría.